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Diario de J.L. O'Callaghan - Día 1

Hoy la ciudad se ha despertado más ruidosa de lo normal. Sus cadáveres han decidido despertarme a una hora todavía mas temprana que la habitual. ¿Qué serán? ¿Las cinco? ¿Las cuatro y media?


Está nevando. Quizás sea eso. Un evento climático que algunos celebran como algo especial. Los niños corren a las calles a lanzarse bolas de nieve tan pequeñas, que se derriten antes de golpear a su objetivo. Niños jugando a matarse, solo por el hecho de saber que no morirán. Hubo un tiempo, donde aquello se consideraría un entrenamiento para la vida real. Donde en lugar de bolas de nieve jugarían con piedras y en lugar de una mancha de humedad en el abrigo, aparecería un reguero de sangre. Tiempos de personas de verdad. Ahora, tiempos de títeres que juegan a serlo. Imbéciles.


A través de la única ventana de casa, entra la luz lejana de un semáforo. El sofá a veces se tiñe de tonos verdes, otras de amarillo y después, de color rojo. A veces me da la impresión de que existen clubes de alterne con mejor gusto que aquel antro.

La gata ni siquiera se ha levantado de mi colchón. Hace tiempo que ya no lo hace. Es el frío. El frío que nos atenaza, que se cuela entre las sábanas, entre las paredes y entre la ropa.


El sonido de la cafetera me consuela. La primera calada del día. La gata aparece en el comedor, atraída por el aroma. No sé si por el del café o por el del humo de mi cigarrillo. Me da igual.


Un nuevo día. Otro más. El cristal de mi ventana está empañado. Mejor. No hay demasiado que mirar ahí fuera. Intento disfrutar los primeros diez minutos de algo cercano a la felicidad del día. Los otros diez, surgirán justo antes de acostarme. Un nuevo día. Otro más.


Doy el primer sorbo al café. Quema. Qué coño, arde. La gata intenta meter el hocico en la taza. La dejo, sabiendo que es más inteligente que yo y no se quemará. Que dará marcha atrás cuando sus belfos adivinen la temperatura. Acierto. Se va de nuevo al colchón. Aspiro de nuevo el cigarrillo. Este quema, pero solo por dentro. Soplo la taza de café. Ya no quema, solo está caliente.


Un nuevo día, Otro más.

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